Ayer fueron dados a conocer al
menos tres datos que paran el termómetro de la economía colombiana para el
primer trimestre de 2017 en una posición de alerta. De un lado, las cifras del
comercio minorista con corte a febrero, indicador que mide la tendencia de la
demanda de bienes durables y no durables, no son para nada optimistas. En
efecto, si se revisan las cifras relacionadas con la variación en los últimos 12
meses del comercio al por menor según grupos de mercancías se observa que de
las 15 actividades evaluadas, 7 presentan comportamientos positivos, sin
embargo, mercancías que se consideran tradicionalmente inelásticas frente al
precio y al ingreso como los combustibles o las medicinas, se encuentran dentro
del conjunto de productos que han registrado contracción en el periodo. Un
examen general de los resultados demuestra que el mercado se encuentra en una
posición de relativa expectativa frente al consumo de bienes durables, porque
si bien los rubros de bajo costo (Como es el caso de los electrodomésticos),
vienen creciendo consistentemente, los de alto costo como los automotores y
motocicletas exhiben un resultado negativo en el periodo. En este último caso
también se destaca una fuerte contracción (-14.1%), en las ventas de vehículos
de carga, lo cual da cuenta de una tendencia de no reposición ni de ampliación del
parque automotor no doméstico, convirtiéndose de tal forma en un indicador
indirecto de expectativas moderadas por parte de los empresarios.
De otro lado, la muestra mensual
manufacturera sigue demostrando como el desempeño industrial depende en gran
medida de la evolución de la actividad de refinación, dado que, excluyendo
dicha actividad, los resultados en los últimos doce meses siguen mostrando cómo
este importante motor de la economía todavía se encuentra en contracción con
una disminución de 0.5%. Sin embargo, de las 39 actividades evaluadas 16 ya presentan
una variación positiva, aunque los resultados en ventas (Contracción de 0.2%),
y en empleo (Leve expansión de 0.5%), continúan siendo débiles si lo que se
pretende es consolidar una ruta de expansión sectorial sostenible que empiece a
hacerse evidente por lo menos a partir del segundo semestre del presente año.
Finalmente, el Banco de la
República entregó resultados en materia de inversión extranjera directa, en la
cual se denota una disminución de USD433 mm en el primer trimestre de 2017 en
comparación con igual periodo del año anterior, liderada por una fuerte
contracción en sectores diferentes del petróleo y la minería. Si bien durante
2016 la venta de Isagén alteró el “normal desarrollo” de los flujos de
inversión hacia Colombia, no es menos cierto que aún es el sector
minero-energético el que sigue acaparando los flujos de inversión provenientes
del resto del mundo, lo cual le resta dinamismo a la integralidad de la
economía que encuentra en estos dineros, además de fuentes de financiación, una
transferencia de conocimiento y unos nuevos accesos a mercados que, sin duda,
son necesarios para la expansión de la economía a futuro.
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