Más allá de la fría cifra que nos cuenta que la inflación anualizada en Colombia para 2015 superó algunas de las previsiones de los analistas al ubicarse en 6.77% existen elementos que deben ser analizados en detalle y que incluiremos en nuestra evaluación de los indicadores técnicos a partir de mañana. Sin embargo vale la pena pensar que solamente en Medellín, Tunja, Santa Marta, Cúcuta y Bucaramanga la inflación para ingresos bajos estuvo por debajo del 7% con el que fue incrementado el salario mínimo en nuestro país, incluso en Barranquilla, Cartagena, Manizales, Montería, Neiva, Pasto y Sincelejo la variación de los precios de la canasta familiar fue igual o mayor a 8%. La conclusión es evidente: dejando por fuera razones de competitividad y pensando solo en términos de justicia social, excluyendo posiciones que solo busquen apoyar porque sí a trabajadores o empresarios y ciñéndonos de manera exclusiva a variables técnicas fundamentadas en la estadística, el incremento en el salario mínimo deteriora con creces la capacidad adquisitiva de los colombianos, desestimular el consumo (y con ello el crecimiento), y merece una revisión por parte del gobierno, de lo contrario no solo no crearemos competitividad, sino que además estaremos contribuyendo a ensanchar la brecha de desigualdad relativa en el país.
Temas como la inflación por ciudades, por grupos y para otros niveles de ingreso, así como la profundización en el tema planteado serán entregados a nuestros suscriptores durante la presente semana. Recuerde que un inversionista, empresario, analista y en general cualquier persona interesada en la economía encontrará en los datos de la inflación una gigantesca fuente de información para la toma de decisiones que conduzcan a mejoras en la generación de valor.
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