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Colombia, el traje sucio más limpio de la lavandería


Si bien las voces provenientes del Gobierno anuncian que tenemos el mejor crecimiento económico de la región, la verdad es que los recientes ajustes a la baja por parte de la Comisión Económica para América Latina de la Organización de las Naciones Unidas (Cepal), y del Fondo Monetario Internacional no dejan demasiado espacio para el optimismo. En efecto, mientras la primera entidad recortó su previsión para 2015 hasta un modesto 2.9%, el FMI fue mucho más allá y estableció un rango entre 3% y 2.5%, en medio de la preocupación por lo que será el papel de China en la economía mundial y anunciando que la economía global crecería entre 3.1% y 3.6%.

¿Qué significa eso para Colombia?

En realidad las cifras anteriores se encuentran dentro del amplio margen de previsión de crecimiento del Banco de la República que ubica la cifra entre 1.8% y 3.4% (un rango en el que cualquier cosa puede pasar con un punto medio de 2.6% más o menos 80 puntos básicos), sin embargo si son la ratificación de varios elementos que se desprenden de la lógica de los mercados, veamos cuáles son:


  • Es imposible generar empleo de calidad en un escenario de crecimiento muy por debajo de la tasa potencial, del promedio histórico y de la mínima requerida para absorber el crecimiento de la población económicamente activa, de lo cual se deduce que la alta Tasa Global de Participación del país no se presenta por optimismo, sino al contrario por la necesidad de satisfacer los niveles mínimos de ingreso familiar para adquirir los bienes necesarios de acuerdo con el nivel de gasto del núcleo, hipótesis que parece ratificarse con el hecho de que el mayor empleo provenga de la categoría “empleado por cuenta propia” tal como lo ha dado a conocer el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas en sus recientes informes. 
  • La contracción de la economía global indica, entre otras muchas cosas, que las exportaciones no serán el motor del crecimiento del PIB incluso en medio de un ambiente de profunda devaluación del peso colombiano, y que la sostenibilidad de las altas tasas de cambio frente al dólar de los EEUU parece estar más relacionada con necesidades fiscales de corto plazo que con otras cosas.
  • La formación bruta de capital fijo que se constituye como otro de los impulsores del crecimiento económico, se ve amenazada por varios factores que con mayor o menor fuerza inciden sobre la rentabilidad de los flujos de caja. Entre estos factores se pueden destacar los aumentos en la tasa de cambio frente al dólar de los EEUU que afectan negativamente las tasas de retorno de los flujos en esa moneda para los inversionistas extranjeros, las presiones alcistas de la inflación que terminarán por incidir en la determinación del salario mínimo de los colombianos para el próximo año elevando los costos de producción en aquellas empresas intensivas en recurso humano y la inminente reforma tributaria que contraerá el ingreso disponible de los consumidores y afectará las rentas empresariales.
  • El consumo interno se ve amenazado por el efecto de transmisión de la política monetaria que si bien es efectivo en el mediano plazo, hará que el costo del crédito continúe aumentando, como ya se viene dando, de acuerdo con los reajustes en las tasas de interés corrientes y de usura recientemente publicadas por la Superintendencia Financiera (Ver costo del crédito en Colombia al alza) 

El escenario descrito indica, a todas luces que no es que la economía colombiana tenga un futuro inmediato limpio y claro, sino que simplemente, si nos va mejor que al vecindario es porque somos el traje sucio más limpio en la lavandería.

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